Sobrevivir en la jungla digital: los riesgos y efectos secundarios de la economía colaborativa

Überleben im digitalen Dschungel: Die Risiken und Nebenwirkungen der Gig-Economy

La economía gig digital y cada vez más globalizada, caracterizada por plataformas como UHRS, MTurk de Amazon, Upwork o Fiverr, ha experimentado un notable desarrollo, especialmente en la última década.
¿Quién no ha diseñado un logotipo por unos euros, creado un sitio web, entregado pequeñas tareas de programación o encargado tareas de creación de contenidos en línea por una tarifa plana?
…¿y posiblemente nunca ha pensado en cómo y en qué condiciones de trabajo se consiguió finalmente el resultado encargado?

Por un lado, las plataformas que ofrecen gigs digitales ofrecen flexibilidad e independencia tanto a los autónomos como a las empresas.
Por otro lado, la oferta suele conllevar condiciones de trabajo precarias y un desequilibrio entre contratista y autónomo.
Por cierto, esto último es también una de las razones por las que al final nos apartamos de las plataformas de gigs y otros proveedores para nuestros propios proyectos y abrimos nuestra propia oficina con condiciones de trabajo estables y justas (puedes leer toda la historia aquí en Legal Tech Verzeichnis).

En este artículo, queremos destacar algunas ventajas y desventajas que vemos en la economía de plataformas/gigs y arrojar algo de luz sobre ellas.

  1. Guerra de precios y subcotización

Un problema clave en la economía gig es la constante guerra de precios.
Los autónomos compiten por trabajos en todo el mundo en plataformas como Upwork y Fiverr.
Esto lleva a menudo a rebajar los precios para seguir siendo competitivos.
A largo plazo, esto da lugar a una espiral descendente en la que el trabajo de alta calidad está infravalorado y mal remunerado.
Los autónomos de países con un coste de la vida más bajo pueden ofrecer encargos a precios mucho más bajos, a veces de tan sólo unos céntimos por tarea, lo que aumenta la presión sobre los autónomos de países con un coste de la vida más alto.

Con respecto a este argumento, los proveedores de plataformas (y también los usuarios de plataformas) suelen afirmar que se limitan a proporcionar una plataforma en la que la oferta y la demanda pueden desarrollarse en forma de economía de libre mercado.
Por un lado, esto es cierto.
Por otro, muchos países del mundo tienen regulaciones sobre el salario mínimo por una razón.
Al eludir los puestos fijos, se eluden éstas y se explotan las precarias situaciones de vida de los trabajadores gig.

  1. Falta de seguridad social

Otro problema es la falta de seguridad social para los autónomos, que se deriva del hecho de que los autónomos se definen precisamente por el hecho de que no tienen un empleador permanente que sea responsable de ellos según el régimen de las leyes laborales.
Por tanto, la economía colaborativa carece de redes de seguridad tradicionales, como seguro médico, planes de pensiones, subsidio por enfermedad o vacaciones pagadas.
Esto obliga a los autónomos a tener que ocuparse ellos mismos de estas salvaguardias o prescindir de ellas por falta de recursos económicos suficientes o de acceso a alternativas asequibles.

  1. Condiciones de trabajo inseguras

La naturaleza de la economía colaborativa conduce a condiciones de trabajo inseguras.
Los proyectos y los trabajos pueden ir y venir de forma impredecible, lo que provoca inestabilidad financiera.
Incluso si la plataforma se cae por problemas técnicos, los trabajadores gig pierden sus ingresos sin un sustituto.
También suele ser posible que las plataformas bloqueen las cuentas de los trabajadores gig sin que éstos tengan una posibilidad realista de defenderse de ello.
Esta incertidumbre puede ser estresante y tiene un impacto a largo plazo en la planificación de la vida de los autónomos, sobre todo en lo que respecta a los compromisos financieros a largo plazo, como las hipotecas o la planificación familiar.

Por otra parte, la naturaleza no vinculante del trabajo gig es precisamente la razón por la que muchas personas eligen esta forma de trabajar.
Se prefiere la flexibilidad y la libertad de gestión del tiempo a los trabajos tradicionales de 9 a 5.

  1. Deshumanización del trabajo

Un aspecto crítico que a menudo se pasa por alto es la deshumanización en la economía colaborativa.
Tanto para los clientes como para los trabajadores gig, la otra parte es a menudo invisible y sólo está simbolizada, por ejemplo, por un código numérico en la plataforma.

Como resultado, las plataformas que median en las asignaciones de trabajo digital tienden a anonimizar las habilidades individuales, los procesos creativos y los esfuerzos personales que hay detrás de cada obra.
A menudo se reduce a los autónomos a su servicio, sin tener en cuenta su desarrollo profesional, su bienestar o sus objetivos profesionales.
En algunos casos, no es posible en absoluto la interacción entre el cliente y el trabajador gig, de lo contrario, las interacciones suelen ser exclusivamente transaccionales, dejando poco margen para el reconocimiento personal o el crecimiento profesional.
Tampoco se fomenta la interacción entre los trabajadores gig (aunque ahora se han formado grupos en otras plataformas, como Facebook, para intercambiar ideas), lo que conduce a un entorno de trabajo menos comunicativo.

En este punto, cabe añadir que la deshumanización no sólo tiene desventajas.
Si la persona no es conocida o puede «esconderse» detrás de la plataforma, no importa, por ejemplo, qué religión, color de piel, lugar de residencia, orientación sexual o discapacidad tenga.
Por ejemplo, no importa la religión, el color de la piel, el lugar de residencia, la orientación sexual o la discapacidad que tenga la persona, siempre que se cumpla el trabajo gig.
Por tanto, el trabajo gig también ofrece una oportunidad a las personas que, por diversas razones, tienen condiciones más difíciles en el mercado laboral tradicional.

Conclusión

Aunque la economía colaborativa ofrece sin duda oportunidades de flexibilidad e independencia, no hay que subestimar los retos, sobre todo en el ámbito de los servicios digitales.
La guerra de precios, la falta de seguridad social, la inseguridad de las condiciones laborales y la deshumanización del trabajo son problemas importantes que hay que abordar.
Las soluciones podrían incluir una mejor regulación de las plataformas, la introducción de normas mínimas para las condiciones laborales y salariales, y la promoción de comunidades y redes que reconozcan y fomenten el valor del trabajo individual y la expresión creativa.
Sin embargo, como las plataformas de gigas se utilizan en todo el mundo, creemos que tal regulación es casi imposible, ya que se limitaría inevitablemente a lugares concretos.

En nuestra opinión, esto no significa que las plataformas de conciertos sean malas en general.
Del mismo modo que un cliente informado puede echar un vistazo a la lista de ingredientes de algunos productos en el supermercado y luego decidir no comprarlos, creemos que, al reservar actuaciones en plataformas, también debería echarse un vistazo crítico al funcionamiento de la plataforma y a las condiciones en las que finalmente se consigue el resultado deseado.
La siguiente presentación sólo puede plantear algunos aspectos del tema.

Para más información, recomiendo encarecidamente el fascinante libro «Ghost Work» de Gray/Suri.

Por cierto, la Dra. Franziska Lietz intervendrá el 14.5.
con su ponencia «Un mundo digital – ¿Cómo podemos configurarlo de forma responsable?» en la feria de tecnología jurídica«Legal Revolution» el 14 de mayo.
Puedes escuchar la ponencia el primer día de la feria de 13.30 a 13.55 en el Mainstage.